Hablaban
tanto que entendí que no debía estar funcionando
todo tan bien. Luego, cuando ella se dirigió al baño, mi amigo me confesó que
el viaje los tuvo muy unidos pero que ella lloraba mucho, y que todo lo bello
que les sucedía se trasladaba a su inverso, cada alegría les resultaba antigua
y de un tiempo perdido, el presente se les hacía pasado a un ritmo doloroso. Ella
rehusó entrar a un cementerio que se visita de noche y de muchas cosas no
podían ni hablar. Luego fuimos los tres a cenar y fue allí donde me preguntó
cuáles eran sus posibilidades, y yo observaba como restregaba sus delicados
dedos, impaciente y asustada. Los dos quedaron en silencio esperando una
respuesta, si bien yo no conozco tanto la especialidad, estuve siempre en
contacto con su situación médica. Entonces les pregunte mirando a Pablo que
creían ellos… y ella se adelantó y dijo, las posibilidades son mitad y mitad,
lo mismo de vida lo mismo de muerte. Le observé los ojos y por primera vez me
dejé llevar por una presunción sobrenatural. No observé la muerte en sus
pupilas… Entonces fue que les dije, hay mucha vida, mucho más que la mitad, la
medicina es la mitad y la otra es la inmensa unión que hay entre ustedes. Estén
tristes y estén felices pero siempre juntos. Me avergoncé porque esa no era una
manera natural de hablar para mí, no estaba acostumbrado ni siquiera a los
sentimentalismos necesarios.
En
cualquier momento de mi vida me hubiera despreciado por caer en frases tan
ingenuas y engañosas… pero a pesar de ser poco fiables, aun así sean verdad o
se conviertan en verdad… Yo quería decirles eso… es necesario ser cuerpo de la tragedia
ajena. No, no estoy diciendo bien, ellos no son en nada ajenos, pertenecen a la
parte bella de mi pequeño mundo.
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