sábado, 23 de noviembre de 2013

Los culpables


Hablaban tanto que entendí que no debía  estar funcionando todo tan bien. Luego, cuando ella se dirigió al baño, mi amigo me confesó que el viaje los tuvo muy unidos pero que ella lloraba mucho, y que todo lo bello que les sucedía se trasladaba a su inverso, cada alegría les resultaba antigua y de un tiempo perdido, el presente se les hacía pasado a un ritmo doloroso. Ella rehusó entrar a un cementerio que se visita de noche y de muchas cosas no podían ni hablar. Luego fuimos los tres a cenar y fue allí donde me preguntó cuáles eran sus posibilidades, y yo observaba como restregaba sus delicados dedos, impaciente y asustada. Los dos quedaron en silencio esperando una respuesta, si bien yo no conozco tanto la especialidad, estuve siempre en contacto con su situación médica. Entonces les pregunte mirando a Pablo que creían ellos… y ella se adelantó y dijo, las posibilidades son mitad y mitad, lo mismo de vida lo mismo de muerte. Le observé los ojos y por primera vez me dejé llevar por una presunción sobrenatural. No observé la muerte en sus pupilas… Entonces fue que les dije, hay mucha vida, mucho más que la mitad, la medicina es la mitad y la otra es la inmensa unión que hay entre ustedes. Estén tristes y estén felices pero siempre juntos. Me avergoncé porque esa no era una manera natural de hablar para mí, no estaba acostumbrado ni siquiera a los sentimentalismos necesarios.
En cualquier momento de mi vida me hubiera despreciado por caer en frases tan ingenuas y engañosas… pero a pesar de ser poco fiables, aun así sean verdad o se conviertan en verdad… Yo quería decirles eso… es necesario ser cuerpo de la tragedia ajena. No, no estoy diciendo bien, ellos no son en nada ajenos, pertenecen a la parte bella de mi pequeño mundo.



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