jueves, 24 de octubre de 2013

Final de la novela Dioses Negros.


Más tarde hicieron el amor y todo fue muy suave porque su espíritu estaba imbuido  de  resignación, de todas formas había tomado la pastillita para que ella se sienta bien. Cuando la dejó en la casa de su madre se felicitó de no decirle nada de sus temores. ¿Qué ganaría? No había optado por salvarse…
Ya en  su casa se preguntó inercialmente por qué no escapaba él también y no llegó a ninguna conclusión definitiva. No era edad para huir… no era un plan para su vejez. Un exilio era injusto desde todo punto de vista pero sobre todo un despropósito, no era indigno pero era una fuerte sacudida a su entereza. No, no jugaría el juego de los otros. Decidió que se vive hasta donde se puede y además su cuerpo tampoco lo ayudaba. Posiblemente si lo hubiese hablado con alguien hubiera llegado a otras conclusiones pero todo era vertiginoso e inmediato y decidía intuitivamente con su corazón ya muy cansado. Dos llamados vacios sucedieron mientras pensaba en toda su vida. Preparó un whisky hasta el borde y se sentó en el sillón que enfocaba hacia la puerta. Todo lo efectuaba metafóricamente, con lentitud planeada, necesitaba de esos tiempos en los que se iba construyendo, prestaba atención a como su mente encontraba cada uno de sus sentimientos más nobles, toda la situación requería de ese comportamiento suave, seguro. En su contrapunto existía la otra emoción: la exaltación que le producía saber que estaba decidiendo ese destino en lugar de otro. Pero ya no era una lucha, solo se preparaba a través de sus movimientos dignos como si ellos fueran una entidad con espíritu.  Se acordó de la carta de su hijo y la sacó de un cajón de la cómoda. Era ese el momento de leerla y ya no le prestaría atención a su teléfono.
“Desde la  muerte.
… acá estoy tío tirado en el medio de la nada... eres quien me dio la vida, el que me ofreció las fuertes palabras de padre, eres quién  nos decía que no hagamos más tonterías, y acá estoy, desesperado en este jardín donde una familia es normal. Qué bien la pasan los que se destinan a vivir mejor… veo a lo lejos a una mujer con un hijo en brazos…me observa, se detiene en mis ojos asustada…creo que ya no siente miedo ni odio, esta conmovida, una vida humana podría terminar…la mía, y estúpidamente. Pero la veo borrosa, de mi estómago ya no sale tanta sangre pero siento la humedad tibia que rodea mi cuerpo y moja mi espalda, he perdido mucha sangre… El hombre que me disparó se acerca a mí e intenta algo, aprieta con un trapo mi herida… en sus ojos graves entiendo lo que me está pasando. Es raro pero siento su desconocido afecto… Ahora con un teléfono llama a alguien… rezo porque sea una ambulancia, no quiero morir… él me sonríe… ya no somos enemigos, es la inmensa miraba de un ser humano cuando no puede hacer nada por otro, es el miedo moderado de la condición de ser hombres y estar arrojados a los mismos riesgos, él podría estar muriendo…. yo llegue a este raro lugar con un arma pero ahora…ya no importa, lo veo en sus severos ojos…quiere ayudarme, se desespera y le grita algo a la mujer… ese hombre habrá tenido un padre o una madre que lo ayudasen, consiguieron que crea que el mundo  no es una porquería… veo el pasto y atrás la casa sin terminar en el momento que se acerca también la mujer y me acaricia la frente… quiero agarrar su mano me siento demasiado solo pero no puedo… ¡Cuánto puede pesar un brazo! La de ellos es la última imagen antes de que mis ojos se cierren, siento la oscuridad y mi cuerpo siente una paz inédita, estoy flotando… nada me duele y me elevo… creo que me estoy muriendo pero no estoy mal… escuchó las ultimas voces, son tres o cuatro hablan de una inyección… ya no escucho…”
Roberto esbozó una sonrisa con sus ojos cerrados y esas palabras se transformaron en aquello que había detrás del rostro de su hijo. Recordó a su madre en aquel tiempo derretido pero fantástico en que se es niño y se cree en todos los hombres y en todos los dioses. Se sintió raramente agradecido. Los ruidos eran cada vez más cercanos pero no le preocupaban, tal vez  prefería que todo eso termine o ya ni lo sabía. Cuando los vio entrar no le costó entender quien de los dos hombres era el Tío. Era un hombre calvo y no tenía cara de estúpido, en su rostro no parecían caber las emociones, todo se habría diluido hace años de esa cara hermética que miraba una escopeta larga. ¿Ellos dudaron? Tuvo tiempo para decir…
-No eres tan estúpido… pero has perdido… mi hijo se encuentra en el mundo… puedes usar toda tu  vida para encontrarlo… tu vida… errática.  
Luego de unos segundos todo había terminado.         

martes, 22 de octubre de 2013

El amado. poesia sobre dios y las tragedias.

Puede ser la tragedia, 
el lado del azar, 
que no pertenece a Dios, 
o puede ser que nos toque, 
aceptar, 
la muerte de un niño, 
la desaparición de un hombre, 
la cruel indignidad en una mujer, 
y sin entender,
aceptar que él también es eso, 
y amarlo...
aunque en el suave despertar del sueño, 
entre los roces del amor, 
en la infinitud de los alumbramientos, 
y tambien dentro de  la suave memoria de la pasión, 
y la calma, 
frente a  la sonrisa de nuestros muertos, 
es más natural reconocerlo, 
eso nos recuerda a Dios siempre, 
Porque El es eso... 
Aunque, 
hoy habra infinidad de tragedias, 




jueves, 17 de octubre de 2013

Insomne. poesía sobre el miedo.

Es de noche y muy tarde, 
debo salir de la cama, 
ya no hay posibilidades, 
de paz, 
de dormir, 
el invierno no me proteje con el cuidado de las frazadas, 
este espacio no es íntimo hoy. 
le temo a la mañana, 
pero no soporto esta oscuridad lenta, 
mis preocpaciones, 
son mas que yo, 
que el hombre universal, 
es imposible olvidar el miedo, 
qué fácil resulta el dolor, 
el lugar apropiado después del desencanto, 
pero hoy es otra cosa. 
mañana se decidira mi futuro, 
mi cuerpo puede dejar de ser mi amigo, 
¿qué pasa dentro de él?
Imagino la aplicada sonrisa del medido, 
y conozco aterrado que su poder es reducido, 
él, también traduce la enfermedad... 
deberé rezar, 
y creer, 
llevare mi mente a las mejores fábulas, 
pensaré en mi padre muerto, 
él me sonrie en un lugar 
que también es de noche. 
Lo abrazo... 
y por fin, 
lloro. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

El escritor y la mujer francesa. Ultimo capítulo completo.


Final cerrado. Perdón…

El ambiente de los escritores  siempre me ha hecho sentir un extraño, que vagaba por sus alevosas expresiones de intelectualidad, inmiscuido en sus vidas y sus horas en las que merodeaba como un fantasma siempre lleno de una vergüenza hostil, porque los admiraba y los despreciaba –en verdad los admiraba cuando era joven-, por sentirse ellos tan una sola cosa, tan exclusivos. Ser escritores los convertía en eso que resume y enaltece, más que cualquier otra cualidad  lo que  puede decirse de una persona. Me parecía que mis pasos tímidos recorrían un mundo de criaturas que habían aprendido a vivir sin las fatigas de los cuerpos, sin los miedos del alma, en definitiva una vida que nunca será para uno, ni aunque consiga el mejor premio de literatura. Es que justamente ese mundo no se organiza para el talento, es más para aparentarlo.

martes, 8 de octubre de 2013

Lo indigno. Poesía.

A un hombre se lo encierra, 
se lo abre por dentro, 
y se exponen sus miserias sin ver, 
tambien su humanidad, 
ella siempre existe, 
en su pesada biografia, 
en los males albures, 
aun sobreviven los besos en la frente, 
de su madre, 
universal, 
posible, 
el resquicio por el que podría haber sido otro, 
El puede ser un hombre gravemente equivocado, 
danino, 
imposible, ´
pero sepamos: 
La indignidad se le agrega de afuera, 
en el medio de su oscuridad, 
insoportable, 
estas cárceles no pueden ser 
la idea, 
la vision, la solución,  
del dios que amamos...